
Un personaje peculiar de este periodo es el de Mesalina, la esposa del emperador Claudio, famosa en las historias romanas por su ninfomanía. Según los historiadores clásicos, Mesalina era una mujer bellísima que utilizaba su enorme atractivo para dominar a los hombres y obtener toda clase de favores. Cuentan que el emperador Claudio se enamoró de ella cuando tenía 15 años y que desde entonces sólo hizo lo que ella quiso, a pesar de sus múltiples infidelidades, hasta que ella trató de despojarle del trono junto a su amante y sólo entonces ordenó ejecutarla. Ésta es la historia que nos cuentan los biógrafos, por supuesto hombres, en un mundo marcadamente machista como era el imperio romano. Para conocer la historia completa tendríamos que escuchar la versión de la propia Mesalina. Es posible que en un mundo dominado por hombres, donde la mujer era poco más que una propiedad del padre o del marido, el sexo fuera el único camino de liberación para una mujer que no se conformaba con ser mera espectadora del mundo, del mismo modo que los grandes hombres romanos reivindicaron su papel en la historia por medio de la espada. De cualquier modo, la figura de Mesalina ha llegado hasta nosotros como sinónimo de mujer lasciva, malvada, intrigante y despiadada. Incluso el Diccionario de la RAE define “mesalina” como “Mujer poderosa o aristócrata y de costumbres disolutas”. Llamar hoy día a una mujer “mesalina” es, además de un insulto, una muestra de machismo intolerable e inaceptable.
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