lunes, 26 de mayo de 2014

ELECCIONES EUROPEAS

ELECCIONES EUROPEAS


Lo paradójico es que el hundimiento del bipartidismo no hace otra cosa que resurgir las dos Españas, una de las cuáles -decía el optimista de Machado- ha de helarte el corazón.





Hay muchas formas de leer los resultados del 25-M. Los resultados muestran que un 66% de los votos han sido para partidos de izquierdas. A la derecha ha quedado el PP solo, con 16 de los 54 escaños. No hay duda de que el PP ha sido la candidatura más votada y por tanto ha ganado las elecciones, pero a nadie se le escapa que gran parte de sus votantes han optado por otras formaciones o, mayoritariamente, se han quedado en casa. Quienes dieron a Rajoy mayoría absoluta hace apenas dos años han preferido no participar en estas elecciones, desencantados con la política del PP. El proyecto alternativo de Vidal Quadras (Vox) no ha conseguido ilusionar a ese electorado, probablemente por la propia figura de Alejo.

Desde el PP argumentan que es normal, que las elecciones europeas se usan para castigar al gobierno, y que sólo en Alemania y España ha ganado el partido gobernante. Siendo cierto, tal forma de pensar oculta que algo está sucediendo en el panorama político español. En los últimos años ha habido una fuerte campaña contraria al bipartidismo, a los grandes partidos al “PPSOE” (impulsada, claro está, por los pequeños partidos que quieren ser grandes). Se afirma que el bipartidismo es la causa de todos los males, sin pensar que las grandes democracias occidentales se basan en la presencia de dos grandes partidos, complementados por “partidos bisagra” que suelen ser los liberales, comunistas, ecologistas…
Lo que ocurre es que nuestro sistema político está distorsionado: gracias a una injustísima ley electoral, en España la función de bisagra la realizan los nacionalistas, lo cual altera la composición normal de nuestro parlamento. En estas elecciones –en que el sistema permite una representación más proporcionada que las generales- los nacionalistas sólo han obtenido 5 de los 54 escaños, es decir, el 9% de los votos. Si estos resultados, con el mismo sistema de recuento, se trasladaran al Congreso, CIU, PNV, ERC, Bildu, BNG, etc, apenas tendrían representación.

Por otra parte, los partidos mayoritarios (PP y PSOE) no han entendido los vientos de cambio que soplan, en España, desde hace varios años. La sociedad ya no tolera el caciquismo en que viven ambos partidos, la clase política acomodada (la casta), las decisiones tomadas en despachos, sin consultar a las bases, los barones, los feudos… toda esa “democracia orgánica” heredada del franquismo ha pasado de moda.

Los ciudadanos tienen ahora muchos medios para participar directamente de la política, conocer a sus líderes e interactuar con ellos. “Podemos” es un producto típico de la sociedad en que vivimos: un partido creado en torno a un líder (Pablo Iglesias), que durante meses ha dialogado cara a cara con sus electores (en tertulias televisivas y en las redes sociales) y con su populismo barato se ha metido en el bolsillo al voto juvenil. Un líder mesiánico que puede convertir a España en un paraíso, como Cuba o Venezuela.

Lo paradójico es que el hundimiento del bipartidismo no hace otra cosa que resurgir las dos Españas, una de las cuáles -decía el optimista de Machado- ha de helarte el corazón. Se ve venir un frente popular, una gran coalición de izquierdas y nacionalistas liderada, en principio, por un PSOE que juega, al mismo tiempo, a ser moderado y radical, y que acabará, como en 1936, fagocitado por los radicales. Como han acabado CIU y PNV, tragados por sus creaciones (Bildu y ERC). Por la derecha, de momento, los electores no ven alternativa al PP, pero es cuestión de tiempo.

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