domingo, 6 de abril de 2014

EL MUSEO DE LA HUERTA



Dicen que un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Nuestra sociedad es fruto de nuestro pasado, somos como somos -con lo bueno y con lo malo- como resultado de lo que hicieron nuestros antepasados. Por eso las sociedades modernas conocen y respetan su pasado.

                                          El lañaor oficios olvidados.


En Murcia, por alguna razón, tenemos la costumbre de despreciar el pasado. Queremos ser tan modernos que nos avergonzamos de nuestros antepasados. Demasiado tarde ha llegado a la Región el interés por conservar el paisaje urbano, cuando nuestros pueblos y ciudades estaban ya destrozados por un desarrollismo paleto y provinciano. Aún quedan edificios aislados que recuerdan la belleza de la Murcia que se fue, pero muchos de ellos están abandonados, esperando la ruina. Aún no hemos comprendido que cuando un turista viene a Murcia quiere ver lo que la cultura y tradición  de esta tierra le puede ofrecer de peculiar. Cuidar y restaurar las muestras de nuestro pasado es también invertir en la riqueza de nuestra tierra.


Lo mismo ocurre con nuestro “Museo de la Huerta”. A lo largo de los siglos se formó en la Huerta del Segura una peculiar sociedad de minifundios formada por familias humildes y trabajadoras, artesanas y propietarias de sus terrenos, y por tanto libres. Esta gente desarrolló un peculiar paisaje urbano que constituye un tesoro de nuestra memoria colectiva.

En cualquier otro país, las autoridades habrían tomado desde muy pronto medidas para proteger los restos de esta cultura. El desarrollo económico es inevitable, y la Murcia moderna tiende a crecer, poblando la Huerta  de edificios y calles. Pero una acción política inteligente debería haber sabido hacer compatibles ambas cosas. No es nada extraño. Lo vemos cuando viajamos al extranjero, o incluso en otras regiones de España.

El Freilichtsmuseum (museo al aire libre) de la Selva Negra es un ejemplo de lo que se podría hacer en la Huerta de Murcia. Su reflejo, más bien caricatura, es nuestro  Museo Etnográfico de la Huerta de Murcia, en Alcantarilla, a dos pasos de la Ciudad.

Llegar al museo ya es una proeza, pues no está señalizado para que el turista lo encuentre. Apenas tiene personal. No hay jardinero que cuide las instalaciones...

La Huerta de Murcia se merece mucho más. Las administraciones deberían apoyar y fortalecer este museo, “poniendo en valor” como se dice ahora, los tesoros que alberga, modernizando y ampliando las instalaciones, y dotándolas de los servicios necesarios para que sean fuente de ingresos para la economía regional.

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