viernes, 4 de abril de 2014

UN REY ADELANTADO A SU TIEMPO

Alfonso X fue Rey de Rey de Castilla, Toledo, León, Galicia, Sevilla, Córdoba, Murcia, Jaén y el Algarve, en el siglo XIII. Conquistó Jerez, Cádiz, Murcia y Sevilla, y desempeño un papel importante en el largo proceso de la Reconquista.

Sin embargo su relevancia no vino por sus conquistas sino por su apoyo al saber y a la cultura. El Rey Sabio, como lo llamaron, escribió cuentos, cantigas, y tratados sobre las más diversas cuestiones (astronomía, ajedrez…). Una de sus tareas más destacadas fue reunir en Sevilla una escuela de traductores que incluía eruditos de las tres religiones (judía, cristiana y musulmana).
De todas sus obras, las que más influencia tienen en la actualidad  son las jurídicas. En aquél tiempo el derecho vigente era el ius commune, una serie de reglas heredadas del Derecho romano influidas por el Derecho canónico. Ningún rey medieval se atrevió a recopilar esas normas que provenían de la tradición multisecular y se veneraban en toda Europa. Alfonso X El Sabio, que optaba a la corona del Sacro Imperio Romano Germánico, publicó una vasta colección legislativa que contenía las principales reglas del ius commune. Tanta fue la importancia de su obra, que las VII Partidas de Alfonso X El Sabio siguieron aplicándose hasta que en 1889 se aprobó el Código Civil.

El Rey Sabio murió solo, abandonado por todos. La muerte prematura de su hijo primogénito abrió el debate de su sucesión en el que no tuvo el apoyo ni de su mujer ni de las distintas ciudades de su reino. Tan sólo Sevilla, Badajoz y Murcia le permanecieron fieles. En su testamento pidió que su cuerpo fuera enterrado en Sevilla, pero que sus entrañas se trasladaran a Santa María la Real, en Murcia y que su corazón fuera llevado a Tierra Santa. Ésta última petición no pudo ser cumplida, por lo que su corazón reposa, junto a sus entrañas, en la Catedral de Murcia.

Alfonso X fue un rey ilustrado, amante y protector de las artes y las letras. Un hombre renacentista que llegó a una España medieval, doscientos años antes de que en Europa se despejaran las tinieblas.

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