domingo, 2 de julio de 2017

El Cíclope de Cabo de Palos



Supongo que lo deseable seria que el Estado (bendito Estado) invirtiera 10 o 100 millones de euros en arreglar y musealizar el edificio, dándole un uso público (que por cierto, nunca ha tenido). Aunque claro, en este caso tendremos que convenir en que restaurar y adaptar el faro es menos importante que tener policías que nos protejan frente a los delincuentes, o que abrir consultorios médicos en las zonas de playas, o pagar el aire acondicionado de los hospitales, o tener suficientes profesores para nuestros hijos, o arreglar los baches de la carretera, o... Y a este paso, como los recursos no son infinitos y el estado debe elegir en qué gasta el dinero, el faro de Cabo de Palos tendrá que ponerse a la cola de San Ginés de la Jara, o de Monteagudo, o de... 

La polémica ha surgido porque el diputado Teodoro García ha propuesto ceder el faro a una empresa privada que haga compatible su conservación con la explotación hotelera. Han saltado todas las alarmas, la gente se da tortas para firmar peticiones en contra de privatizar lo que es de todos. Habrá que matizar en primer lugar que el faro, que es ciertamente de todos, nunca ha sido de acceso público. Jamás hemos podido entrar a disfrutar de las vistas que sin duda tendrá.

Yo puedo entender los recelos ante la gestión privada de lo público dadas algunas malas experiencias pasadas, pero creo que el problema está en los mecanismos de control, no en el sistema en sí mismo.  En Europa es habitual que monumentos como conventos en ruinas o castillos medievales se confíen a una empresa de restauración a la que se le exige la conservación del monumento y las condiciones en que debe garantizar el libre acceso de los visitantes.
 
El faro de Cabo de Palos es noticia y no es por tener un farero, una profesión que esta apunto de que se extinga, sino por querer convertirlo en un hotel con cafetería.
Pero hablemos de lo realmente importante: ¿Es necesario una reforma inminente del faro?
Me parece que el cíclope cartagenero debería ser rescatado del olvido, si esto mismo se hubiera hecho hace 50 años con San Ginés de la Jara, por ejemplo, o con tantos monumentos que a pesar de no aparecer en la lista roja son pasto de la desidia, también se criticaría. Por supuesto, es de elitista convertir un monumento publico en privado, como las tribunas de Semana Santa, acabemos.
Pues bien, yo prefiero que el faro sea intervenido a que se siga discutiendo que si churras o merinas.

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