sábado, 27 de diciembre de 2014

LAS OTRAS MATANZAS DE INOCENTES




Mañana, 28 de diciembre, celebramos el día de los santos inocentes. Se trata de una bonita tradición en que gastamos bromas para demostrar la inocencia de los que aún pican en las travesuras. Pero la tradición tiene un origen sangriento y terrorífico: Según el Evangelio de San Mateo, cuando Herodes supo por los Magos que había nacido en Belén el Rey de los Judíos, ordenó matar a todos los niños de dos años nacidos en aquél pueblo. La historia tiene serias posibilidades de no ser cierta: ninguna otra fuente histórica narra la matanza de los inocentes. Ni siquiera Flavio Josefo historiador judío del tiempo de Jesús- cuenta el suceso cuando relata, con todo detalle, las atrocidades del rey Herodes. Aunque también es cierto que bien pudo pasar desapercibida la ejecución de unos cuantos niños nacidos en un remoto pueblo de pastores.

En cualquier caso, la matanza –real o ficticia- ha pasado al imaginario colectivo de occidente como ejemplo del abuso delirante del poder, del desprecio a la vida, del odio feroz que se ensaña, precisamente, en los más indefensos, los más inocentes: los niños.

No se trata de que en el mundo moderno no haya “matanzas”, ni que los niños no sufran hoy día el horror de la guerra, la persecución y la muerte. Precisamente los medios de comunicación nos cuentan cada día una historia de terror. Las decapitaciones del “estado islámico”, la persecución de los cristianos en Irak, el secuestro de niñas en Nigeria, no son más que ejemplos del mismo desprecio que alentó a Herodes cuando ordenó matar a los niños en Belén.

Tampoco se trata, la matanza de los inocentes, de un episodio aislado en la historia de la humanidad. El ser humano es el mismo ahora y en el siglo I. El odio, el rencor y la crueldad son parte de su naturaleza y nada será capaz de erradicar la violencia del mundo.

Ahora, que occidente se enfrenta –decadente y descreído- al desafío del islamismo radical, conviene recordar que esos valores universales que llamamos Derechos Humanos son producto de nuestra civilización. El respeto a la vida, la dignidad del ser humano y la protección de la infancia, son valores que la civilización occidental (con base en el cristianismo, por cierto) ha acuñado con el paso de los siglos y a fuerza de muchas luchas y enfrentamientos. La tolerancia y el respeto al otro, sea quien sea, es una lección que la cultura islámica aún no ha aprendido. Esperemos que lo haga pronto, por el bien de todos.

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