A estas alturas de la civilización, nadie obliga a nadie a tener una religión o creer en nada. Quiero decir en Occidente, porque en algunos países islámicos aún no han descubierto eso de los derechos humanos y la libertad, y los infieles son cruelmente perseguidos o atacados.
En los países civilizados la religión es una cuestión estrictamente personal, pudiendo convivir en perfecta armonía los seguidores de cualquier religión con quienes se consideran ateos o agnósticos.
La fe –o su ausencia- ha dejado de ser un problema para los occidentales. Nadie va a obligar a nadie a practicar ninguna religión. Sin embargo, entre quienes se declaran agnósticos o directamente ateos, hay quienes practican el anticlericalismo con la misma pasión con que sus tatarabuelos quemaban herejes en la pira. Curiosamente el furor antirreligioso sólo se dirige contra la Iglesia Católica, revelándose así la patita de las verdaderas ideas que sostienen ese laicismo.

#YoSoyNazareno
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