martes, 22 de abril de 2014

EL OTRO BANDO

Hace 163 años que se celebra el Bando de la Huerta. Lo que empezó como una burla de las costumbres y vestimenta de los huertanos se ha convertido en la única ocasión de exaltación y memoria para los orígenes de nuestra ciudad. Sin embargo, en el pecado llevamos nuestra penitencia, hace ya años que las autoridades han renunciado a impedir que el Bando sea lo que es para la inmensa mayoría de la gente: un macrobotellón descontrolado y nauseabundo. La cultura del botellón, de la cual son corresponsables los empresarios del ocio, con sus garrafones y sus precios, encuentra su máxima expresión en estas fiestas populares, haciendo que el Bando de la Huerta sea un espectáculo bochornoso para propios y extraños. En los últimos años no sólo no se impide el botellón sino que se refuerza con multitud de barras callejeras y potentes altavoces con música estridente.


El desfile del bando, por la hora a que se realiza, es ya un caso perdido. El incauto que pretenda llevar a los niños a ver el espectáculo tendrá que hacerlo sorteando basura, vómitos, orines, etc. Pero afortunadamente queda aún un Bando que disfrutar sin necesidad de abandonarse al alcohol y a la música atronadora. La mañana del martes de Pascua –si se sabe madrugar- sigue siendo un espectáculo. La Misa huertana, con la plaza de Belluga a rebosar, y la Procesión de la Virgen de la Fuensanta, con exhibición de bailes y trajes históricos, ofrece una muestra de lo que Murcia puede ofrecer al visitante.



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