sábado, 29 de marzo de 2014

RELOJ NO MARQUES LAS HORAS



El próximo 31 de marzo se cumplirán 282 años del nacimiento, en Austria, del compositor Joseph Haydn, conocido como “el padre de la sinfonía” por su aportación en la estructura de tal pieza musical. El prolífico austriaco, amigo de Mozart y maestro de Beethoven, compuso nada menos que 104 sinfonías. 
Una de las composiciones más conocidas de Haydn es la Sinfonía 101, llamada “del reloj”, porque en su segundo movimiento la orquesta marca un ritmo oscilante que evoca el tictac de un reloj, por encima del cual destaca la melodía que conduce el movimiento.



Coincidiendo con el cumpleaños de Haydn, este domingo nos cambian la hora para adaptarnos al “horario de verano”. Como nos anuncian, en la noche del sábado perderemos una hora de sueño (a las 2 serán las 3) y, como todos los años, tardaremos una semana en asimilar este robo, hasta que nuestro organismo se acostumbre a levantarnos una hora antes y entrar a trabajar al amanecer. Nunca he entendido cuál es la razón de esta maldición cíclica que cada seis meses nos desajusta el ritmo circadiano y que, seguramente, pasará algún día a formar parte de la lista de actuaciones prohibidas por la Convención de Ginebra que prohíbe la tortura.  Dicen que así se ahorra energía, pero cada vez somos más los que dudamos del invento. Los estudios de biología revelan que los seres humanos, como los demás animales, necesitan un ritmo estable de día y noche para desarrollar su actividad y que los cambios artificiales provocan trastornos y dificultades.

El control del tiempo siempre ha sido una necesidad para los humanos. Hoy día tenemos relojes en cada momento de nuestra vida, en la muñeca, en el móvil, en el coche, en el ordenador. Muchos de ellos quedarán desajustados con el cambio de hora y tocará adaptarlos a mano (o dejarlos como están y restarles una hora cada vez que los miremos). Pero hasta hace no muchos años los ciudadanos seguían el paso del tiempo en los relojes de las iglesias, al ritmo de las campanas.

En Murcia tenemos el reloj de la Catedral, renovado en 1997 por la relojería Valverde, que lo conectó con el reloj atómico de Alemania, para su sincronización, como cuenta Antonio Botías. Según las crónicas, el reloj de la Catedral procede de mediados del siglo XV. 



                                           (foto: Juanchi López)

En la Edad Media se popularizó el adagio latino omnes feriunt, ultima necat, atribuido a Séneca, y que refleja, con cierto pesimismo y una cierta mala uva, que el paso del tiempo conduce al ser humano a su extinción y que cada hora que pasa es una menos que nos resta de vida. La variante positiva es el tópico del carpe diem y collige virgo rosas. Puesto que el tiempo se esfuma y cada hora es irrepetible, disfrutemos de la vida y de los buenos momentos que se nos ofrecen. O como dice Juan Encina, hoy comamos, y bebamos, y cantemos, y holguemos, que mañana ayunaremos. Pues lo dicho, ya mañana si eso, o pasado, ayunaremos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario