martes, 30 de abril de 2013

El Casino de Murcia- La segunda Catedral




Anoche soñé que entraba a un palacio. Yo iba en un elegante coche de caballos atravesando las calles silenciosas. Un cochero con librea me abría la puerta y yo entraba a un maravilloso edificio donde me encontraba envuelta por una magia inenarrable. 


La fachada era majestuosa, tallada en un estilo modernista, con una gran puerta flanqueada por dos grandes vitrinas y coronada por una efigie de la libertad.







Entré a un salón de estilo árabe, cubierto por una bóveda estrellada y rodeado de arcos decorados con más de 20.000 láminas de pan de oro. Una inscripción en árabe "nada es más grande que Alá" se repetía por toda la estancia.



Desconcertada aún por el misterioso encanto del lugar, una puerta me dio paso a una amplia galería modernista, bañada de luz cenital que descendía desde una vidriera situada en el techo. El suelo de mármol reflejaba mis pisadas cautelosas. 



Avancé lentamente y me encontré de pronto en una sorprendente Biblioteca Inglesa, rodeada  por una tribuna  de madera tallada sustentada por flamencos.




Al fondo, junto a una exedra desde la que se apreciaba una vista fantástica de todo el palacio, se situaba un patio Pompeyano, de estilo neoclásico, poblado de esculturas de gran belleza,  como la “Venus” de José Planes, Premio Nacional de Escultura en 1920, y la “Mujer” de Antonio Campillo.



Atravesando un corredor me vi inmersa en un fastuoso Salón de Baile, de inspiración francesa. El majestuoso lienzo del techo, pintado entre otros por Manuel Arroyo y Eduardo Gil Montijano, estaba decorado con alegorías de las artes y con paisajes exóticos, y destacaban las deslumbrantes lámparas de bronce y cristal. Estas lámparas, , estaban destinadas al Palacio del Emperador Maximiliano I de México, pero una indigestión de plomo (fue fusilado) le impidió disfrutarlas.


El mismo lacayo que me contó la historia de las lámparas, me acompañó a una estancia destinada a Tocador de señoras, que reproducía el juego de espejos que tanto gustaba en las cortes dieciochescas. En el techo, una representación de la noche contenía una misteriosa imagen de Selene que parecía seguir al espectador por toda la estancia.




Desperté con el recuerdo de este palacio mágico y misterioso situado en el centro de Murcia.


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