Uno de los grandes elementos
del siglo XX fue la manipulación propagandística. La generalización
de los medios de comunicación trajo consigo un enorme caudal de
información que rápidamente fue aprovechado por algunos líderes
políticos para manipular al pueblo en su favor.
El término agit
prop se asocia a la
revolución bolchevique, aunque también el ministro de propaganda
nazi, Goebbels, fue un virtuoso de la desinformación. Ambos
movimientos (comunistas y nazis) comprendieron pronto que para hacer
digerible su mensaje de terror antes tenían que adoctrinar a la
población controlando y manipulando la información que recibían.
También otros movimientos totalitarios, como el franquismo, trataron
de controlar y manipular la información en su provecho.
Naturalmente, es mucho más fácil manipular a la opinión pública
cuando se restringe la libertad de expresión y se controla, desde el
poder público, a los medios de comunicación.
Un siglo después de la
revolución soviética, el caudal de información que reciben los
ciudadanos se ha ampliado enormemente. Cualquiera con una conexión a
internet puede acceder a infinidad de fuentes de cualquier
acontecimiento. Pero ello no ha supuesto una reducción de la
manipulación. Un buen ejemplo de ello es el movimiento de Pablo
Iglesias –Podemos- que en unos pocos meses, y con el impagable
apoyo de las televisiones privadas, se ha situado en el centro de la
escena política. Su mensaje es incongruente, utópico,
contradictorio y nefasto. Basta para darse cuenta de ello contemplar
dos de sus propuestas estrella: dejar de pagar la deuda externa (la
que nos permite mantener el estado del bienestar, pagar a los
jubilados y mantener abiertos los hospitales) y, al mismo tiempo,
ofrecer una renta básica a todos los ciudadanos. Y sin embargo,
millones de ciudadanos prestan su apoyo encantados al mensaje que les
permite dormir tranquilos sabiendo que la culpa de sus desgracias es
del asesino sistema capitalista y que su amado líder resolverá
todos sus males con un golpe de coleta.
Ej de manipulación informativa:
A nivel mundial, ocurre algo
parecido con la horrible guerra desatada en Oriente Medio. Una hábil
campaña de manipulación informativa organizada por los terroristas
de Hamás y secundada fervorosamente por la izquierda antisemita,
utiliza las imágenes de las pobres víctimas civiles de Gaza (o de
Siria, o de cualquier otro conflicto armado) para revolver a la
opinión pública contra Israel, sin atender a pequeños detalles
como que la guerra se desarrolla sólo en Gaza (región ocupada por
Hamás) y no en Cisjordania (zona árabe liderada por la OLP) o que
los terroristas utilizan precisamente los colegios y hospitales como
arsenales y lanzaderas de sus misiles Katiuska contra Israel.
Cualquier intento de explicar que la diferencia en número de
víctimas civiles no se debe a que los miles de misiles lanzados por
Hamás contra Israel vayan cargados de confeti, sino a las medidas
que adopta el gobierno para proteger a su población (refugios
antiaéreos, etc.), es tachado de fascista y sionista; de manera que
cualquier ciudadano con un mínimo de sentimientos odiará
mortalmente a Israel a menos que emprenda una cruzada de información
buscando y contrastando blogs y fuentes para despejar la enorme
cortina de manipulación urdida por los defensores de Hamás.
En realidad, el problema hace
cien años y ahora es el mismo, sólo que a mayor volumen de
información, mayores son las campañas de desinformación de los
totalitarios. Pero entonces como ahora, el mensaje manipulado debe
caer en el terreno adecuado para fructificar. La incultura, la
ignorancia y la falta de interés por conocer la verdad son las
condiciones necesarias para ser víctima del agit-prop.
El desarme intelectual y cultural de la sociedad española
pacientemente desarrollado por autoridades educativas y medios de
comunicación en los últimos treinta años es el mejor vehículo
para ello.
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