lunes, 1 de septiembre de 2014

EL CEMENTERIO DE SALZBURGO




La muerte es parte esencial e inseparable de la vida. Un hecho tan natural e inevitable como el nacimiento. Pero en nuestra sociedad el miedo al fin de la vida nos hace darle la espalda a una realidad ineludible. Vivimos como si la muerte no fuera a llegar nunca, y morimos como si jamás hubiéramos vivido. Probablemente por eso hemos alejado los cementerios del centro de las ciudades, desterrados al extrarradio, ajenos a nuestra vida cotidiana. Por eso, cuando viajo por Europa, me gusta detenerme en los cementerios urbanos, pequeños espacios céntricos, vinculados a las parroquias, en los que cada tumba está primorosamente adornada con flores que cada primavera siembran las familias. Este año he visitado el cementerio de San Pedro, en Salzburgo.



La ciudad de Salzburgo es mundialmente conocida por ser la cuna de Mozart. Su bello casco histórico es visitado por millones de turistas que admiran su arquitectura rococó y sus angostas callejuelas. Pero debajo de la ciudad que conocemos, se esconden los restos de la primitiva Iuvavum. 


Según las crónicas, aunque el nombre procede de un primitivo asentamiento celta, la ciudad tuvo presencia romana desde los primeros siglos de Nuestra Era. El trazado urbano apenas permite vislumbrar las antiguas edificaciones, pero el visitante puede formarse una idea visitando el bello cementerio de San Pedro, la Abadia del mismo nombre (siglo VIII) y sus catacumbas, ubicadas al pie del Mönchsberg, en pleno centro de Salzburgo. En ellas se rodó parte de la célebre película “Sonrisas y lágrimas”.

Junto a las bellas tumbas que conforman el Camposanto –entre las que se encuentran las de Haydn y Anna Maria Mozart, aparecen las galerías excavadas en la roca, que probablemente sirvieron, inicialmente, como alojamiento de eremitas relacionados con la comunidad paleocristiana.



 Las catacumbas, convertidas ahora en lugar turístico, están formadas por varias cámaras, enlazadas por un empinada escalera. El visitante se encuentra en primer lugar una cripta comunal construida en el siglo XVII que se utilizaba como cementerio provisional. Por encima de ésta   se sitúa la Capilla de Gertraude, del siglo XII. La visita termina con un pequeño mirador y la capilla superior, donde se cuenta que fue martirizado San Máximo.

Tumba de Haydn

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